Rosa Mª Araguzo, psicóloga y sexóloga con más de 20 años de experiencia en el ámbito de la salud emocional. Vino hablarnos de emociones, relaciones y vida íntima en relación con la Espondilitis Anquilosante.
Sexualidad y enfermedad crónica
Durante el taller Rosa nos invitó a reconceptualizar lo que hemos aprendido sobre sexualidad desde la infancia a nuestros días.
La sexualidad es mucho más que genitales o relaciones sexuales. Es una energía vital que nos impulsa a buscar afecto, conexión, intimidad. Está presente en nuestros pensamientos, emociones, acciones y vínculos, y tiene un impacto directo en nuestra salud física y mental. Es esa “atracción” que sentimos por otro, por nosotras mismas o por la vida.
Pero ¿Qué entendemos por sexualidad? Muchas veces confundimos términos como sexo, placer, deseo o intimidad. La sexualidad puede significar cosas distintas para cada persona y cambiar a lo largo del tiempo.
Rosa también habló de la necesidad de romper con el concepto de “relación sexual completa” como aquella que tiene todas las etapas “esperadas” o que incluye necesariamente el coito. Una relación sexual es aquella donde las personas se sienten satisfechas, incluso si se trata de un masaje placentero, una conversación íntima o simplemente un momento de ternura y risas.
Para aclarar más todo esto nos habló de las diferencias de sexo y sexualidad
Conceptualizando
Somos seres sexuados: nuestra sexualidad no se limita a una parte del cuerpo, sino que involucra todo nuestro ser: físico, emocional y mental.
Nuestra sexualidad cambia con la edad: Tenemos manifestaciones de sexualidad en todas las etapas de nuestra vida. No desaparece con los años, pero sí se transforma. Cambian nuestras necesidades, deseos y maneras de vivirla.
La sexualidad tiene fines más amplios que la procreación: a través de ella expresamos afecto, buscamos placer y construimos vínculos.
Regulado socialmente: los mensajes que recibimos de la cultura, la educación o los medios influyen profundamente en cómo vivimos nuestra sexualidad.
Funciones de la sexualidad
Rosa estuvo comentando que funciones tiene la sexualidad en las personas: Comunicación, placer y reproducción.
Comunicación: La comunicación y la relación interpersonal son fundamentales para el desarrollo físico y psicosocial de la persona. El contacto humano transmite sentimientos y afectos, y la comunicación afectiva y la sexualidad no siempre requieren del uso de palabras. Sin embargo, es esencial mantener siempre una comunicación clara, respetuosa y empática
Placer: Aunque durante siglos se nos enseñó que el placer era pecado o tabú, disfrutar de las sensaciones corporales mejora nuestra salud emocional y física.
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- En casos como la búsqueda de embarazo, el placer influye directamente: cuando no se disfruta, el estrés aumenta, la calidad ovárica y espermática disminuye y la experiencia se vuelve frustrante.
Reproducción: Aunque es parte de la sexualidad, no la define. La sexualidad permanece a lo largo de toda la vida, no solo durante la etapa reproductiva.
Respuesta sexual: cómo funcionamos
Más tardes nos hablo de los tipos de respuesta sexuales que hay en las personas. Hay dos teorías
- Masters y Johnson: modelo lineal
- Rosemary Basson: modelo cíclico
Masters y Johnson: modelo lineal
Es el más estudiado y difundido, sobre todo desde una mirada androcéntrica. Se basa en cuatro fases sucesivas:
- Excitación
- Meseta
- Orgasmo
- Resolución
Este modelo suele encajar más con la experiencia sexual masculina. Sin embargo, muchas mujeres y personas con enfermedades crónicas no se sienten reflejadas en este esquema.
Rosemary Basson: modelo cíclico
Este modelo parte de una base neutral. No necesariamente hay un deseo previo o estímulo visual, sino que pueden ser las emociones, la intimidad o el vínculo lo que despierta el interés sexual. Si ese estímulo emocional genera placer, aparece el deseo, y si la experiencia es positiva, se refuerza.
Este es el modelo más común en mujeres y en relaciones de larga duración. También es especialmente útil para personas con enfermedades crónicas, como la espondilitis anquilosante, donde el dolor, la fatiga o la rigidez corporal pueden hacer que el deseo no aparezca “de golpe”, sino de forma progresiva.
Rosa también nos explicó que si cuando se comienza no llega esa parte de deseo-excitación, se debe parar y no continuar “porque ya se ha empezado”. Si se da este caso y se continua habrá sensaciones de vacío, sentimiento de culpa… Y finalmente un refuerzo negativo. Que puede convertir la sexualidad en algo desagradable y generar rechazo.
Por eso es fundamental tener en cuenta que si no hay deseo ni excitación, hay que parar. El consentimiento no es solo decir “sí”, es sentirlo.
Mito del amor romántico
Nos habló de cómo nos influye el amor romántico tradicional y que nos han hecho creer que eso es amor:
- Amor a primera vista, amor es ciego
- Si es amor de verdad, todo debe surgir solo
- Sólo hay un único amor
- Si no hay sexo frecuente, la relación está mal
- Si hay amor, lo aguantamos todo
Estas ideas hacen mucho daño. Nos desconectan de nuestras verdaderas necesidades, refuerzan la culpa y dificultan el cuidado mutuo. El amor no es sacrificio, es elección diaria, es cuidado, es consentimiento.
El modelo de amor
Rosa compartió los diferentes amores a través de la teoría del psicólogo Robert Sternberg, para entender los diferentes componentes del amor:
- Pasión: el deseo, la atracción física y sexual
- Intimidad: el afecto, la cercanía emocional
- Compromiso: la decisión de construir algo juntos
Diferentes amores según eso:
- Amor vacío: solo hay compromiso. Es frecuente en relaciones largas o matrimonios arreglados donde se ha perdido la pasión y la intimidad, pero se mantiene el respeto mutuo.
- Amor romántico: existe pasión e intimidad, pero no compromiso. Muy común en relaciones cortas, como un amor de verano.
- Amor sociable o de compañía: hay intimidad y compromiso, pero se ha perdido la pasión. Aparece en muchas relaciones duraderas donde el afecto y la historia compartida son el motor de la unión.
- Amor fatuo o loco: hay pasión y compromiso, pero no intimidad real. Puede haber mucha atracción, pero poco conocimiento emocional entre las personas.
- Amor consumado: la forma más completa del amor, con los tres componentes presentes. No es fácil de alcanzar ni de mantener, y requiere acciones conscientes y constantes para sostenerse.
Cuidar la relación para reconectar
Cuando convivimos con el dolor o el cansancio, como ocurre con la espondilitis anquilosante, la espontaneidad sexual puede disminuir. Pero eso no significa que no haya deseo o intimidad, sino que hay que cultivarlas de otra forma.
Agendar momentos de conexión, aunque al principio parezca forzado, puede ser clave. No se trata solo de “tener relaciones”, sino de reencontrarse: una conversación profunda, un plan sin dispositivos móviles, guardarse 10 minutos al día para hablar solos, una ducha juntos, una siesta abrazados, una cena sin pantallas…
También es importante cuidar la comunicación, expresar lo que se siente, lo que se necesita y lo que no se desea. No hay que esperar a que «surja solo», porque eso puede no pasar si el cuerpo está agotado o dolorido.
Comunicación en pareja: los imprescindibles
Hablar del futuro, del sexo, de lo que se desea y se teme… es esencial. Pero no todo es igual de urgente. Rosa nos propuso una herramienta muy útil: los 3 niveles de comunicación sobre el futuro y la convivencia.
- Lo innegociable: valores y necesidades que no estoy dispuesta/o a ceder (ej. no quiero tener hijos, necesito vivir con tranquilidad emocional…).
- Lo importante pero negociable: aspectos que son relevantes, pero se pueden adaptar (ej. lugar donde vivir, frecuencia del contacto sexual…).
- Preferencias: cosas que me gustan o me harían ilusión, pero no son esenciales (ej. tipo de vacaciones, forma de celebrar aniversarios…).
Tener claro estos niveles y expresarlos evita frustraciones y falsas expectativas. La comunicación en pareja no es solo hablar, es escuchar y revisar juntas/os lo que va cambiando, sobre todo cuando hay una enfermedad crónica.
Puedes ver el taller en: